EDOUARD MANET.

Edouard Manet (París 1832-1883) es un pintor muy interesante, frecuentemente tildado de Impresionista aunque se aleje bastante del concepto tradicional de esa tendencia; de hecho, Manet tiene características decididamente no impresionistas como utilizar el negro, pintar contornos, trabajar en interiores, etc. Sería en realidad un pintor a caballo entre el realismo y el impresionismo, y esto lo puedes observar en los cuadros expuestos, unos son muy realistas y otros más impresionistas.

Su anhelo principal era triunfar en el salón oficial de pintura de París, pero en aquellos años, el gusto oficial era muy clasicista y se rechazaban todas las propuestas novedosas. Manet sufrió como nadie este rechazo y algunas de sus realizaciones fueron tachadas de escandalosas y de mal gusto.

Manet estaría así en permanente polémica por su obra. Fue adoptado por los impresionistas como su líder por ser el de mayor edad entre todos ellos y haber sufrido la censura y prohibición de algunos de sus cuadros por parte de las instituciones políticas del segundo imperio francés (Napoleón III).

Manet estuvo en España y visitó muchas veces la colección del museo del Prado, quedando impactado por Velázquez y Goya. La influencia de los grandes maestros españoles es muy visible en sus cuadros (Lola de Valencia, el torero muerto...)

Su temática es variada pero siempre profundiza en la psicología de los personajes, pinta tanto exteriores como interiores, su colorido es intenso y variado, su pincelada es cambiante, a veces precisa y clara, otras veces deshilachada y suelta. Utiliza frecuentemente contornos nítidos y definidos.

EL BAR DEL FOLIES-BERGÈRE.

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Prodigio de representación detallista este interior del café del conocido cabaret parisino.

El espejo juega un papel importante en esta obra, ilusión y realidad quedan confundidos al igual que el espectador. A través de él podemos ver la totalidad del café, aunque la protagonista sea la camarera, una modelo profesional llamada Suzon. La barra tiene botellas de vino, champan y licor sobre el mármol, también una copa con dos rosas y una fuente de naranjas. Por el espejo sabemos que la camarera charla con un elegante caballero y al fondo están las mesas con la clientela sentada. Puedes buscar una lámpara de araña, una chica curioseando con unos prismáticos y los pies de un trapecista.

El vestuario de la chica es muy rico en detalles, el ramito sobre el escote, la gargantilla con el camafeo, la levita abotonada, pendientes y brazalete y puños y escote con encajes.

FUGA DE HENRY ROCHEFORT.

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Curioso cuadro de ambiente marino con pincelada extraordinariamente suelta lo que obliga a alejarse un tanto para que nuestra vista configure la nitidez necesaria, ya que contemplándolo muy de cerca solo vemos manchas de color.

La barca de remos se dirige hacia el barco velero que se aprecia al fondo en el horizonte y la predominancia de azules y negros es casi total. Resulta muy destacable la captación del movimiento, de la inestabilidad de la barca y la atmósfera de humedad. De los pasajeros, sólo uno muestra claramente las facciones de su rostro, por cierto... ¿a qué famoso actor cómico te recuerda?

Henry Rochefort fue un activista republicano que luchó activamente contra Napoleón III y sufrió por ello varios encarcelamientos. El cuadro recoge su huída desde su prisión hacia la goleta que le llevaría a los Estados Unidos.

EL BALCÓN.

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Esta obra deliciosa está muy inspirada en algunos frescos de Goya. Vemos retratados a tres personajes: a la izquierda Berthe Morisot, la famosa pintora impresionista que se convertiría en su cuñada, a la derecha la violinista Fanny Claus y tras ellas, el pintor Antoine Guillemet fumando. Un muchacho porta una bandeja con comida en la penumbra del fondo, puede ser su hijo León.

Todo es bello en esta obra, la delicadeza de las damas con sombrilla y con abanico, el macetero de porcelana del primer término, las verdes contraventanas, el perrito...

La composición cromática es fantástica: blancos y negros en contrastes acusados y verdes azulados. La delicadeza de las posturas y de los gestos completa esta escena muy parecida a "Majas en el balcón" de Goya.

EL PÍFANO.

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Decididamente influenciado por el Felipe IV de Velázquez, este joven músico aparece en un fondo totalmente neutro, sin referentes espaciales y cuya tímida sombra le da corporeidad y volumetría. Elegante y concentrado en su tarea, el fuerte colorido de su uniforme, la rotundidad de la figura en el espacio y los contornos claramente perfilados demuestran que la sencillez compositiva no tiene porqué estar reñida con la expresividad.

El chico con su carita angelical y sonrosados pómulos adopta un aire marcial con su decidida pose y el contraste entre la seriedad del traje y su escasa edad resulta muy sugerente para el espectador. Se trata de un modelo real, un muchacho de la Guardia Real que está tocando el flautín.

ALMUERZO CAMPESTRE.

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Uno de los más polémicos cuadros de Manet ya que aparece un desnudo femenino sin justificación aparente. Dos elegantes caballeros y dos damas disfrutan de la naturaleza en un paisaje de gran belleza. Son Victorine Meurent (desnuda) su modelo favorita, el escultor holandés Ferdinand Leenhoof y su hermano Gustave Manet. Luces y sombras en poderosos contrastes refuerzan la sensación de perspectiva y de tridimensionalidad. Es una escena relajada y agradable, con una bellísima naturaleza muerta en primer plano a la izquierda (cesto, panes, mantel, frutas, ropas...). Abunda el negro y los contornos están muy bien perfilados.

La modelo posa y es consciente de ello, incluso mira al espectador con descaro, algo increíble para la época mientras la otra dama se entretiene recogiendo florecillas junto al arroyo vestida con una especie de camisón.

Los matices cromáticos son preciosos: gris y negro en los hombres, blanco nacarado en el cuerpo femenino, verdes y ocres en la vegetación.

Resulta chocante el contraste entre la desnudez de la dama y los caballeros completamente vestidos hasta con sombrero.

Este cuadro es considerado como el punto de ruptura con el clasicismo imperante en la época y atrajo a los impresionistas en torno a Manet, animándole a pintar más obras transgresoras como ésta.

OLIMPIA.

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Otro de los cuadros polémicos de Manet por la presencia de un desnudo sin justificación (no es una diosa antigua, ni se encuentra en un episodio que implique la pérdida de su ropa). Victorine Meurent vuelve a ser su modelo en una composición que debe mucho a la venus de Urbino de Tiziano y a la maja desnuda de Goya. Manet expuso este cuadro al lado de un cristo muerto, así había un desnudo masculino y otro femenino, uno religioso y otro profano. Fue un escándalo mayúsculo y de nuevo los pintores jóvenes impresionistas aplaudieron su valentía y su innovación.

La joven posa desnuda y provocativa, magníficamente pintada y nítidamente dibujada por Manet, acostada sensualmente sobre un diván con un chal bordado y unas sábanas blanquísimas. Lleva zapatos y joyas, así como una flor prendida en el cabello. Una sirvienta negra le trae un ramo de flores, lo que acentúa el carácter galante de la escena. Cortinajes ampulosos hacen de fondo y un gato negro aparece a la derecha.

EL GRAN CANAL. VENECIA.

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Manet estuvo en Venecia y quedó impresionado por la especial luz de la ciudad, como ya les había sucedido a tantos artistas de todas las épocas.

En una composición perfectamente centrada, un gondolero maneja su embarcación por el Gran Canal y es captado en el momento de pasar entre los famosos postes coloreados que sirven para atracar las barcas. Los palacios del fondo, el agua con sus matices cromáticos y el aspecto impresionista de las pequeñas pinceladas ejecutadas con rapidez y precisión hacen de esta escena una delicia para la vista.