LA ESPAÑA DE GOYA.

A Francisco de Goya (Fuendetodos 1746- Burdeos 1828), uno de los pintores más importantes de la historia, le tocó vivir una España completamente distinta a la nuestra del siglo XIX. Si buceamos en el mundo del pintor mediante la contemplación de sus geniales pinturas, nos percatamos enseguida de que España atravesaba una época sombría y llena de problemas. Una monarquía cuestionada a causa de dos monarcas que resultaron muy impopulares: Carlos IV y Fernando VII; una profunda crisis económica con gran número de vagabundos, niños abandonados y miseria generalizada; una política injusta, basada en la desigualdad y en el mantenimiento de privilegios para una minoría a costa del sufrimiento de la gran mayoría; una economía rural y de subsistencia, sin apenas industria ni infraestructuras; una sociedad cerrada con clases sociales opuestas donde la nobleza y el clero vivían lujosamente mientras el pueblo pasaba penurias; unas creencias populares fanáticas que sumadas a la ignorancia generalizada llevaban a la violencia sectaria, a la inquisición, a las torturas y a las persecuciones por motivos injustos. Y por si todo esto fuera poco, en 1808 los franceses nos invaden, dando lugar a la guerra de la Independencia, que duraría 6 años de horror y muerte. No obstante, el pueblo español también sacaba tiempo para divertirse, bailar, beber, ligar, ir de romería, etc. Goya supo reflejar todo esto de forma magistral y es lo que en esta exposición vas a poder contemplar.

La distribución por paneles temáticos te va a mostrar lo que acabas de leer a través de los ojos y de la maravillosa sensibilidad de un maestro entre maestros: el sublime Goya.

UNA MONARQUÍA DECADENTE.

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La familia de Carlos IV, obra pintada por Goya cuando era pintor de cámara del rey, es un documento impagable sobre la realidad de las personas que residían en palacio. El rey Carlos IV es un personaje bonachón pero también bobalicón y carente de energía, dominado por su mujer María Luisa de Saboya y sus allegados, que se dedicaba a la caza, las fiestas y los bailes y dejaba la política en manos del primer ministro, el ambicioso e impopular Godoy. La reina aparece en el cuadro como una mujer ambiciosa y calculadora y, no casualmente, se encuentra en el centro de la composición. Ella se avergonzaba de sus brazos y Goya la pintaba siempre con ellos al descubierto. Posa junto a sus dos hijos pequeños, María Isabel y Francisco de Paula. Detrás del rey y con cara de pocos amigos vemos al infante Antonio Pascual ¿tiene mal gesto porque nunca llegará a ser rey?. A la derecha del todo el matrimonio de los príncipes de Parma, Luis de Borbón y María Luisa con su hijo Carlos Luis, nieto de los reyes. A la izquierda, el mozuelo estirado vestido de azul es el futuro rey Fernando VII que toma de su mano a su futura esposa, y, como no se sabía entonces quien iba a ser, Goya la pintó con el rostro vuelto. A la izquierda de Fernando, su hermano menor el infante Carlos María Isidro, protagonista de las posteriores guerras carlistas. La infanta María Josefa, entre Fernando y su prometida, con una mancha en el rostro era conocida por vestir y pintarse como una muchachita cuando tenía ya muchos años.

En un guiño a las Meninas y a su admirado Velázquez, Goya se retrata pintando un lienzo en un segundo plano, mirándonos y en una estancia cerrada decorada con cuadros en la pared (lo mismo que en Las Meninas).

Resulta fantástica la profundización sicológica de Goya con los personajes, así como los claroscuros, el colorido y la distribución de las figuras en el espacio.

Siempre se ha comentado el carácter satírico de la obra y la intención goyesca de ridiculizar a la familia real pero hoy se piensa que no fue así y que el pintor busca la idealización de los personajes y la institución que representan.

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.

Cuando Napoleón pidió permiso a Carlos IV para atravesar España con su ejército rumbo a Portugal con la intención de invadirlo, el rey español, en una decisión sorprendente, se lo concedió. Este error supuso la invasión de España por el ejército francés, sustituyendo a los borbones (que fueron llevados a Francia) por José Bonaparte, hermano de Napoleón ("Pepe Botella"). Cuando el pueblo de Madrid vió soldados franceses patrullando las calles, los reyes secuestrados y un rey impuesto por el invasor se rebeló echándose a las calles el 2 de mayo de 1808. Los españoles atacaron a los franceses en la Puerta del Sol, Palacio Real y otros lugares. Aquí comenzó la guerra que finalizaría con un resultado imprevisto: la derrota de Napoleón.

Goya en "La carga de los Mamelucos" muestra un odio y una violencia exacerbados. Los Mamelucos, tropa de élite de caballería del ejército francés son atacados furiosamente por los madrileños, que, en su desesperación, matan a caballeros y caballos, con los ojos fuera de sus órbitas y gestos extremos. Colorido y movimiento desenfrenado refuerzan el sentido trágico de esta obra impresionante.

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La consecuencia inmediata del levantamiento español fue la represalia de los franceses la noche del 3 de mayo en la zona de Moncloa. Cualquiera que fuese sorprendido portando cuchillos o navajas sería ajusticiado. Esta terrible orden se cumplió trágicamente como nos ilustra Goya en un cuadro impactante. Los franceses como una máquina de matar, sin rostros, y con los brillos terribles de los fusiles y las bayonetas, enfrente, cadáveres por el suelo recogidos por unas piadosas mujeres, un grupo de patriotas a punto de ser ejecutado y otros que correrán la misma suerte un poco después.

Lo sobrecogedor de la obra es la luz efectista de un farol que ilumina al español vestido de blanco y amarillo levantando los brazos y mirando valientemente a sus verdugos, incluso tiene estigmas en sus manos. Goya hace así contrastar la dignidad serena de quien sabe va a morir y la fría crueldad de sus asesinos. Este cuadro ha sido muy imitado después por otros pintores y constituye un icono contra la guerra y sus excesos.

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IGNORANCIA Y SUPERSTICIÓN.

Una sociedad inculta y atrasada tiene tendencia al oscurantismo, a abrazar la religión de manera excluyente y fanática y a creer cosas acientíficas, sin darse cuenta de la manipulación y opresión de las que es víctima.

Tal era el caso de la España goyesca. La Inquisición aún estaba activa, incluso el propio pintor fue molestado por esta siniestra institución a causa de su Maja desnuda.

La brujería, hechicería, aquelarres y otros siniestros actos eran creídos a pies juntillas por la población, analfabeta en su mayor parte.

Goya pinta sin piedad este mundo siniestro y horrendo especialmente en sus Pinturas Negras realizadas en la última etapa de su vida, la pesimista y solitaria.

En "Aquelarre" podemos ver un cuadro terrible en el que el macho cabrío preside una reunión al amanecer, aún con luna. Las mujeres del círculo portan a sus hijos, una lo ofrece a Satán bien sanito y rollizo, pero la vieja de al lado muestra un niño esquelético y en el grupo de la izquierda otro yace muerto. Una de las mujeres porta un palo del que cuelgan tres fetos. La cabeza de otra tapa pudorosamente el sexo a Belcebú y debajo de sus ropas asoman las piernas regordetas de otro niño. Las caras de fervor de las mujeres aluden a cultos satánicos, fruto de una sociedad ignorante y crédula.

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En "El Coloso" Goya pinta un descomunal y amenazante personaje masculino cuya identidad desconocemos. En la pradera de abajo una multitud huye despavorida, hombres, mujeres, caballos, carros, todos escapan precipitadamente de la amenaza del gigante. Pero un burro blanco está inmóvil, ajeno a la desbandada. Teniendo en cuenta que el burro es siempre sinónimo de ignorancia, el cuadro es una alegoría que tiene doble lectura. El gigante sería Napoleón amenazando a España, algo que todos han percibido excepto el rey, retratado en el asno, que continúa con sus fiestas y cacerías sin darse cuenta de las aviesas intenciones de Bonaparte.

Para otros serían la iglesia católica y la inquisición las amenazas personificadas en el gigante, que aplasta y asusta al pueblo pero no al rey que, influenciado por la jerarquía católica, permite la persecución, tortura e incluso ejecución de los supuestos herejes o infieles.

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UNA ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA.

Agricultura, ganadería y comercio primitivos eran la base económica de la España de Goya. El campo se trabajaba de manera primitiva y daba pocos rendimientos, la ganadería adolecía de los mismos problemas y el comercio solía reducirse a mercadillos callejeros. Los campesinos eran la mayoría de la población ya que el país era mayoritariamente rural y la industria era muy embrionaria.

En "La siega" vemos que sólo una persona trabaja mientras todos los demás están a otras cosas, a un simple le están emborrachando, una madre da de comer a su hijo, los niños juegan, los caballos descansan… Resulta una escena muy bella por la luz crepuscular, la evocadora silueta de la fortaleza medieval y los fardos apilados en claroscuro.

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En "El Cacharrero" Goya nos enseña un mercadillo callejero donde un vendedor de loza (fíjate la increíble perfección de la representación de los cuencos con su brillo) y tres damas compradoras de diferentes edades marcan en sus caras su mentalidad: ingenuidad la chica, la madre le aconseja con paciencia y saber, y la abuela con una espectacular y penetrante mirada de sabiduría y experiencia. Mientras se produce este episodio, un elegante carruaje desfila por detrás con una dama de la alta sociedad enmarcada en la ventanilla, es saludada por un elegante caballero sentado mientras los palafreneros y lacayos dirigen la carroza. El colorido y la luz de la composición son excepcionales.

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ALEGRÍA PESE A TODO.

El pueblo español, siempre tan dado a la juerga y a la relación social callejera, sabía también buscarse sus ratos de ocio y diversión como lo muestra Goya en los cuadros de su etapa de juventud, colorida, luminosa y optimista. Bailes, romerías, escenas de ligues, de fiestas, incluso de abuso de alcohol fueron mostradas por nuestro genial pintor en sus cartones para tapices.

La Romería de San Isidro es una fiesta tradicional en Madrid el 15 de mayo. Todo el mundo acude a las orillas del Manzanares a comer, beber, bailar y charlar.

Muchísimos personajes de minúsculo tamaño llenan el cuadro con su cielo luminoso y su colorido perfecto. Al fondo el río, el Palacio Real y San Francisco el Grande.

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La Gallina Ciega es un cuadro muy popular en el que, sobre un idílico paisaje, unos jóvenes vestidos a la manera goyesca se divierten con este popular juego. No solo juegan, como puedes comprobar, existen miradas, gestos, que evidencian intentos amorosos, celos, observación de situaciones, etc. La elegancia de los atuendos, la gracia de los movimientos, y la típica pincelada suelta de Goya crean un bellísimo cuadro que seguro sabes apreciar.

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