RAFAEL SANZIO DE URBINO.

Pocos pintores del Renacimiento italiano han sabido interpretar el ideal de belleza y el gusto por el clasicismo como lo hace Rafael Sanzio, el más joven de los tres grandes creadores del Cinquecento (Leonardo, Miguel Angel y él mismo). Nació el 6 de abril de 1483 en Urbino. Tras pasar por varios talleres como aprendiz fue a Perugia, donde asimiló las tonalidades claras, las elegantes composiciones y el paisaje espacioso de su maestro, El Perugino, contactando en estos años con Pinturicchio. Entre 1500 y 1504 realizará varios viajes, apareciendo documentado en Urbino, Perugia y Venecia, especulándose que pudo llegar a Florencia e incluso a Roma. Algunas Madonnas y Las Tres Gracias también resultan trabajos admirables, siempre bajo la influencia de Perugino. En 1504 se traslada a Florencia. Rafael llega a la cuna del Renacimiento con el deseo de obtener importantes encargos que no se culminarán, pero los cuatro años que pasó el joven pintor en la capital de Toscana serán fundamentales para su formación. Es el momento en el que Miguel Ángel está trabajando en el David, y junto a Leonardo está decorando la Sala del Consejo del Palazzo della Signoria, cuyos frescos se han perdido por desgracia. La vida, el movimiento, los escorzos, las anatomías de las figuras serán para Rafael un nuevo reto, abandonando su estilo suave y delicado para introducirse en el Cinquecento. Precisamente será el tema de la Virgen con el Niño el más demandado por la clientela durante su estancia florentina, convirtiéndose Rafael en el gran creador de Madonnas, que serán imitadas por diversos autores europeos como el español Luis de Morales. Pero el gran encargo público que él esperaba no llegó, motivando su traslado a Roma llamado por Julio II a finales de 1508. Una vez en Roma trabaja en la decoración de las famosas "Stanze", los aposentos privados del pontífice. Julio II encomendará por estas fechas la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina a Miguel Ángel, resultando una admirable "competencia" entre ambos artistas.

La influenia miguelangelesca se dejará notar en la mayor parte de los frescos. La "Stanza della Signatura" será su primer trabajo, resultando el pontífice tan satisfecho que permitió al artista destruir todo lo que habían realizado otros artistas, nombrándole el 4 de octubre de 1509 pintor de Corte. Entre 1511 y 1514 pintará la "Stanza del Heliodoro" sin abandonar los numerosos encargos particulares que llegaban en esos años iniciales de la década de 1510, viviendo el pintor días de gloria. De la "Tercera Estancia" sólo pintará una de sus obras maestras: el Incendio del Borgo. Una de las facetas más desconocidas de Rafael es la de arquitecto; amigo personal de Bramante, fue encargado de continuar las obras de la basílica de San Pedro del Vaticano al fallecer aquél en 1514. El 6 de abril de 1520 falleció Rafael en Roma, a los 37 años, sin poder disfrutar del éxito que había obtenido. En su pintura integra las influencias de los mejores maestros de su tiempo, resultando de ello un estilo personal que ha marcado a numerosas generaciones de artistas.

RETRATO DE UN CARDENAL.

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Este cuadro del Museo del Prado fue pintado por este genio del Cinquecento italiano (siglo XVI) que fue Rafael, nacido en Urbino (norte de Italia).

Rostro astuto y distante, pensando en sus cosas y bastante calculador, reflejo de la personalidad sibilina de su tiempo, cuando el Vaticano era un estado más y sus ministros se comportaban de un modo totalmente mundano.

Rafael lo retrata de medio cuerpo, con una postura de tres cuartos y el rostro levemente girado, pose que resulta muy favorecedora (y que los fotógrafos nos hacen adoptar cuando nos retratan).

El fondo es neutro y destaca poderosamente el fulgurante rojo de la seda de sus vestidos, contrastado con el blanco de las puntillas y el nacarado de su piel en rostro y manos.

La luz viene de la izquierda y produce unos bellos claroscuros.

LA ESCUELA DE ATENAS.

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Espectacular composición ambientada en arquitecturas típicamente romanas (parecen termas antiguas) que servirían de inspiración a Bramante en sus planos para la basílica del Vaticano y donde aparecen multitud de filósofos griegos en diversas actitudes.

En el centro y destacando por ser punto focal de líneas de fuga y estar enmarcados, podemos ver a Platón (señalando el cielo) y a Aristóteles (señalando la tierra) en alusión al carácter de sus filosofías, más imaginativa la platónica y más realista la aristotélica. A la izquierda Sócrates conversando con Alejandro Magno armado. La configuración de la arquitectura del templo de la sabiduría, con los nichos de Apolo y Palas Atenea, como espacio renacentista y la representación de los sabios de la antigüedad como hombres contemporáneos de Rafael subrayan la idea de continuidad entre el presente y el mundo antiguo (Leonardo representa a Platón, Bramante a Euclides, Miguel Ángel a Heráclito y el mismo Rafael se retrata a la derecha). Son muchos más los personajes clásicos representados en la obra, entre los que cabe destacar a Epicuro y Pitágoras, situados a la izquierda y a Diógenes echado sobre las escaleras.

Los diferentes grupos de personajes se ubican de manera simétrica, dejando el espacio central vacío para contemplar mejor a los protagonistas, recortados ante un fondo celeste e iluminados por un potente foco de luz que resalta la monumentalidad de la construcción. En las paredes del templo contemplamos las estatuas de Apolo y Minerva así como las bóvedas de casetones y los espacios abiertos que dominan el edificio, creando un singular efecto de perspectiva.

LAS TRES GRACIAS.

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Esta obra de muy reducido tamaño se encuentra en el castillo de Chantilly, próximo a Paris. Se trata del conocido tema mitológico de las tres gracias, muy recurrente en el renacimiento y en el barroco. La sensualidad que desprenden las tres figuras es magnifica y el estudio anatómico resulta sensacional. El recuerdo de la pintura romana está muy presente, fíjate en las posturas, los peinados y los gestos. La luz resalta enormemente los cuerpos

MADONNA SIXTINA.

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Aquí tienes una composición muy cuidada en todos los detalles, así la distribución racional de las figuras en un espacio teatral con una cuidada simetría, o la amplia gama de colores de una viveza notable, o las delicadas posturas y gesticulaciones de los personajes.

Entre cortinas, se ve a la Virgen con el Niño sobre nubes. A un lado, S. Sixto Papa, y al otro S. Bárbara, ambos de rodillas. En la parte inferior, apoyados en una balaustrada, casi al borde mismo del marco, dos angelitos muy graciosos que seguro conoces puesto que han sido ampliamente reproducidos en posters y láminas. Está pintado sobre tela, hecho insólito en Rafael, que pintaba generalmente sobre tabla, lo que ha hecho pensar a algunos críticos que fue pintado para un estandarte procesional. Vasari dice que fue hecho para los monjes negros de S. Sixto en Piacenza. Otros críticos más recientes lanzaron la hipótesis de que el cuadro fuera destinado a decorar el sepulcro deJjulio II. Para otros el cuadro fue destinado a la iglesia piacentina, en construcción por aquellos años, y debía servir como ventana fingida en el ábside. En este punto, discrepan otros escritores, que opinan que el lugar para el que fue destinado era el altar mayor. En esta tela, Rafael hace aparecer a los santos y a la Virgen como mediadores entre el pueblo y la Divinidad. La Virgen aparece sencilla, descalza, pero concebida con una belleza sobrenatural.

VIRGEN CON EL NIÑO Y SAN JUANITO.

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La composición en triángulo y el suave giro helicoidal del cuerpo de la Virgen muestran una distribución de volúmenes muy cuidada. Las suaves transiciones luz-sombras, junto con el típico esfumado inspirado en Leonardo son muy apropiados recursos para una escena tan tierna como esta.

El paisaje resulta prodigioso ya que está minuciosamente tratado y se va difuminando progresivamente, marcando así la distancia y tridimensionalidad.

Por último, observa la delicadeza del rostro de la Madona, la luz que baña los regordetes cuerpos de los niños (contrastados con el oscuro manto de la Virgen)

MADONNA DEL PEZ.

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Aquí te brindamos otra lámina de gran formato en la que se pueden apreciar muy bien las características y detalles.

Entre los cuadros más destacados de la época romana de Rafael debe citarse La Virgen del Pez (Madrid, Prado). Aparece la Virgen en un trono, con el Niño, al que sujeta con un movimiento elegantísimo. A un lado de la Virgen, está representado Tobías sujetando el pez y acompañado por el Ángel; al otro lado, S. Jerónimo. Parece ser que este cuadro fue pintado para la iglesia de S. Domingo de Nápoles. La dorada luz procede de la izquierda y baña la escena subrayando su sutilidad y delicadeza.