LOS PINTORES AMERICANOS DEL SIGLO XX.

Es una creencia muy extendida que Estados Unidos no es un país destacado en Historia, ni en Arte. Cierto es que, siendo un país joven, no posee ni de lejos los espectaculares patrimonios histórico-artísticos que son habituales en Europa, pero también es verdad que cuenta con un nutrido grupo de pintores contemporáneos que resultan muy interesantes y la PINACOTECA COSSÍO no quiere olvidarse de ellos.

Son fácilmente reconocibles ya que están impregnados de la filosofía de vida americana y cultivan básicamente dos géneros figurativos: el paisaje y el retrato psicológico. Dejamos para otra exposición los pintores abstractos de esta nacionalidad como los representantes del expresionismo, del arte pop, del informalismo, etc.

Resulta fácil ver la inspiración de los paisajistas americanos en el impresionismo francés de finales del XIX, ya que los museos estadounidenses poseen muchos cuadros de Renoir, Monet, Sisley y Pissarro y también porque los artistas norteamericanos viajaron frecuentemente a Europa para encontrar raíces, inspiración y conocimientos.

Para esta ocasión hemos seleccionado obras de Hooper, Wyeth, Hurd y Bierstadt, a ver si te gustan.

HABITACIÓN DE HOTEL (1931). Edouard Hopper.

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Sobrecogedora escena de una gran soledad y melancolía, como es frecuente en las obras de este maestro del realismo. Un personaje femenino solitario y aislado, pensativo y concentrado se encuentra sentado sobre la cama con el equipaje sin deshacer y leyendo un libro. El escenario es una fría y geométrica habitación de hotel , símbolo en ocasiones del desvalimiento de seres humanos y de su dificultad para comunicarse y relacionarse.

La diferencia entre luces y sombras es muy fuerte y las líneas que las separan muy nítidas. Se produce así una cierta geometrización de la escena que contribuye a crear esa atmósfera triste y fría, típica de Hopper.

Las áreas de color son planas, es decir, los colores son uniformes, no gradados y las arquitecturas son desnudas e impersonales. La imposibilidad de ver la cara de la chica (está en sombra) acentúa la sensación de aislamiento y angustia vital.

NIGHTHAWKS. (1942). Edouard Hopper.

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Es un bar de esquina, muy típicamente americano de los años 30-40 y con una gran frialdad, personajes solitarios con vidas problemáticas ahogan sus preocupaciones en esa barra triste e impersonal, de hecho el título del cuadro es “halcones nocturnos”. Hopper subraya la soledad y el aislamiento en que se mueve el hombre contemporáneo especialmente en las grandes urbes. En estos casos los camareros suelen ser confidentes y amigos.

La luz del bar resalta sobremanera sobre la oscuridad de la calle y la ausencia de calor humano se hace palpable. La bella pelirroja era la mujer de Hopper y suponemos que él sea el caballero de al lado. Los fuertes contrastes lumínicos y cromáticos marcan mucho esta obra.

EVE OF ST. JOHN.(1960). Peter Hurd.

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Verdadero estudio de la luz esta obra del norteamericano Hurd. Luz natural y artificial y un juego de contrastes muy sugerente. En primer plano la luz de una vela ilumina a la muchacha, especialmente su rostro y camisa mientras queda en penumbra su larga y negra cabellera. En un plano intermedio la luz artificial puede ser vista saliendo de la ventana de la casa mientras las copas de los frondosos árboles ponen el contrapunto

de oscuridad. Finalmente, el plano del fondo recoge el atardecer, el sol se ha puesto y gradúa los colores del cielo, más claros cuanto más cerca del horizonte. Mira los detalles: jinete al galope levantando una polvareda, varias casas y luz de la vela a través de los dedos. Es un cuadro contemporáneo de estilo realista. Hurd caracteriza muy acertadamente el paisaje seco y polvoriento del oeste americano y la típica atmósfera de los ranchos ganaderos, tan numerosos en la zona como famosos y reconocidos en otras zonas.

La técnica utilizada es la tempera, que permite una gran nitidez en los contornos y una gran homogeneidad en las superficies coloreadas.

EL MUNDO DE CRISTINA. Andrew Wyeth.

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En este “Mundo de Cristina” Wyeth nos recrea un ambiente inquietante sobre la realidad del ser humano y sus temores. La chica paralítica, Cristina, vecina del pintor, está echada sobre la hierba tratando de arrastrarse hasta su casa, muy lejana al fondo. Ella solía desplazarse así por el campo de hierba llevando ramitos de flores y eso impactó a Wyeth. Está vestida con un traje rosa y muestra unos brazos y unas piernas muy débiles. Los negros cuervos revolotean sobre estas viviendas, cuya estética nos recuerda la siniestra silueta del motel de Norman Bates en la película “Psicosis” de Hitchkock.

El paisaje desolado, con una línea del horizonte extraordinariamente alta, subraya la pequeñez de la persona frente al entorno que la rodea y a las dificultades de la vida. Es magnífica la distribución de masas y la incidencia de la luz.

La técnica de la tempera (pigmentos mezclados con huevo) aporta un suave acabado al cuadro y un eficaz realismo. Esta obra maestra nos deja pensativos y melancólicos pues nos enfrenta a una triste y frecuente realidad, la del sufrimiento de nuestros semejantes y nuestra escasa sensibilidad hacia ellos.

LA PUERTA DORADA. (1900). Albert Bierstadt.

Idílica visión de la entrada de la bahía de San Francisco en el año 1900. Desde 1933 cruza majestuosamente la puerta dorada el famoso puente Golden Gate, por tanto esta vista pintada por Bierstadt resulta irrepetible.

Todos los elementos son bellos, las focas de la orilla, su firma en la arena de la playa, el faro de Sausalito (pequeño pueblo de pescadores en la otra orilla), los acantilados, la luz del sol a través de las olas, las gaviotas recortadas frente a un cielo nuboso y sobre todo, los elegantes veleros dirigiéndose al puerto de la inigualable ciudad californiana.

Bierstadt, nacido en Alemania pero tempranamente emigrado a Estados Unidos, en su producción pictórica se siente muy atraído por los paisajes de su país, todos ellos maravillosos, el parque de Yellowstone y sus cascadas, el de Yosemite y sus montañas, ríos y lagos del medio-oeste, el Gran Cañón, Montañas Rocosas, etc.

Su visión es muy poética y sus obras buscan siempre la máxima expresión de la belleza, sublimando la ya de por sí impresionante de los paisajes naturales que plasma en sus lienzos.