GUSTAV KLIMT. LA SENSUALIDAD ELEGANTE.

Klimt (1867-1918) es un pintor verdaderamente personal y sus obras fácilmente reconocibles. Casi siempre vemos en sus cuadros bellas escenas de carácter sensual y erótico tratadas con finura, elegancia y buen gusto. Besos, abrazos y caricias entre varias personas rodeadas de flores, dorados y tejidos de colores suelen ser los motivos de sus obras. En realidad, Klimt fue un pintor realista y figurativo en su primera etapa, pero a partir de 1.900 comienza a suprimir toda referencia perspéctica y tridimensional en sus obras. De este modo son sólo dos dimensiones las que muestra en sus deliciosas escenas.

Klimt es también un preciosista y un simbolista. Eso se ve en un colorido con detalles, una composición muy original y la captación magistral de los sentimientos más sublimes del ser humano. También resulta destacable el poder decorativo del escenario pictórico de flores y colores con el que envuelve a sus personajes.

Para comprender bien la vida y la obra de este pintor es preciso señalar que fue contemporáneo de famosos arquitectos modernistas como Antonio Gaudí, Victor Horta, Doménech y Muntaner, etc; y también del creador del Psicoanálisis, Sigmund Freud. Ahora puedes comprender mejor la obra de Klimt cuando refleja una gran creatividad e imaginación (procedente del modernismo) y un erotismo y sensualidad oníricos (consecuencia de la visión freudiana del sexo como causa principal del comportamiento humano).

FRISO DE BEETHOVEN (1902).

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Esta escena forma parte del Friso de Beethoven, realizado con colores de caseína sobre un fondo de yeso y estuco, con enrejado metálico e incrustaciones de piedras semipreciosas.

Este tercer panel del friso es, según el autor, el anhelo de felicidad que se sacia con la poesía. Las tres artes supremas, situadas a la izquierda, nos llevan al coro de ángeles de figuras femeninas vestidas con largas túnicas doradas, colocadas en tres filas sobre un bello prado con luminosas flores.

Un caballero con armadura se ha despojado de ella y se abraza desnudo a una mujer. El abrazo tiene lugar en un útero, flanqueado por la luna y el sol y un rosal. Todo es muy simbólico y poético.

EL BESO. (1902).

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La mujer se entrega al hombre, algo excepcional en las obras de este pintor, acostumbrado pintar una mujer fatal, pero en este caso, ella se somete al deseo masculino.

El resplandeciente manto deja traslucir una sexualidad sin disimulos.

Los representados son el propio Klimt y su amante Emilie. Todo alrededor de los dos cuerpos de los amantes parece emanar de su interior. Nos sorprende el contrapunto entre dos cuerpos realistas y un entorno ornamental y abstracto que es la atmósfera que les rodea.

VIDA Y MUERTE. (1916).

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En esta espectacular composición podemos observar un grupo de personas amontonadas a la derecha. En ellas se ve el abrazo protector de una madre hacia su hijo en la parte alta y otro abrazo, en este caso de un hombre y una mujer, en la zona baja. Este último abrazo carece de connotaciones eróticas, se trata de un abrazo-consuelo y refugio.

A la izquierda del cuadro aparece la amenazante figura de la muerte con un oscuro sudario y dirigiéndose al grupo, que no le hace el menor caso. Su cabeza es una calavera, parece portar la guadaña y sus colores violetas son muy indicativos de su función e intenciones.

La separación espacial clarísima entre las dos partes del cuadro y la ausencia de relación entre ellas acrecienta un sentimiento de trascendencia.

Según algunas interpretaciones, el tema de la muerte y la vida se fue haciendo más frecuente en Klimt a medida que iba envejeciendo.