CRUCIFIXIONES: UN TEMA, MUCHAS INTERPRETACIONES.

La crucifixión de Jesús, por su trascendental importancia en el cristianismo, es una de las temáticas más reproducidas en el mundo del arte en los últimos 2000 años.

El significado dramático de la escena combina muchos factores atrayentes para cualquier artista. Primeramente el sentido de máximo sacrificio de Jesús y su aceptación de la muerte como pago por la salvación del hombre. Además, la presencia del dolor y el sufrimiento en su máximo grado y, frente a él, la dignidad, la capacidad de perdón y la aceptación de un destino único y sublime.

La fuerza de la escena es todavía mayor debido a su simplicidad, una cruz y un hombre, no son necesarios más elementos, aunque a veces encontramos otros personajes.

Podemos discrepar de la Iglesia y su polémica historia pero todos quedamos sobrecogidos al contemplar a un dios hecho hombre sacrificándose por nosotros hasta morir.

Muchos cuadros con este tema fueros encargados por órdenes religiosas, reyes, etc, en otras ocasiones los pintores los realizaron por iniciativa personal.

El tema, aparentemente invariable, presenta diferencias según épocas, estilos y artistas. Podemos ver a Cristo vestido completamente o semidesnudo; con los pies separados o uno encima del otro; moribundo o ya muerto; mirando hacia abajo o hacia el cielo; etc.

Hemos recogido en esta muestra varias crucifixiones para que puedas apreciar las diferentes concepciones sobre un tema inicial predeterminado.

EL GRECO.

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Místico y espiritual aparece Cristo y los demás personajes. Los cuerpos no son carnales sino etéreos, ingrávidos, alargados espiritualmente. El colorido es muy variado y fuerte, típico del estilo renacentista manierista que caracteriza al genial pintor cretense afincado en Toledo durante el siglo XVI.

Los personajes muestran delicadas actitudes y posturas, gestos elevados y un gran ascetismo.

VELÁZQUEZ.

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El Cristo de San Plácido es un ejemplo de Jesús espléndido y majestuoso, lleno de dignidad y serenidad, cualidades tan apreciadas por Velázquez.

El fondo negro concentra nuestra atención en el cuerpo fuertemente iluminado. Según la leyenda, Velázquez pintó medio rostro y le salió tan perfecto que temía no hacer el otro medio con la misma calidad. Decidió entonces hacerle caer el cabello por la cara. Sea como fuere, el recurso es muy efectista y añade seriedad y gravedad a la escena. Como buen pintor barroco del siglo XVII, utiliza fuertes claroscuros, refleja profundamente el sentimiento y busca la piedad del observador.

DALÍ.

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Pintor surrealista del siglo XX que recoge el tema tantas veces pintado y le proporciona una gran originalidad. La espectacular perspectiva acentúa el sentido espiritual y místico. La cruz parece flotar sobre un paisaje marino con barcas y pescadores. Toda la tradición ascética y mística de la España tradicional es recogida por Dalí y dotada de un nuevo tratamiento, de acuerdo con los gustos actuales. Esto demuestra que la originalidad puede encontrarse incluso en un tema mil veces representado.

ANTONIO SAURA.

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Una crucifixión abstracta pero fácilmente reconocible (brazos, cruz, cabeza).

Saura presenta la tensión, la violencia y el dolor mediante líneas gruesas, blancas, grises y negras que entran en conflicto entre sí y desvelan la inquietud y el desasosiego que la escena nos provoca. La ausencia de color y el chorreo de la pintura acentúan aún más esa sensación de desgarro y crispación.

Este pintor nacido en Huesca es un gran representante del movimiento abstracto español de la posguerra y murió en 1999.

OTRAS CRUCIFIXIONES.

Como complemento a esta muestra puedes observar otros cristos de Goya, Grunewald, Dalí y Zurbarán.